Guarnición y seguridad
de la Comandancia
El
poblado de Mayarí Arriba reclamaba una guarnición para protegerse de cualquier
ataque por sorpresa o infiltración de enemigos, aunque esto último era poco
menos que improbable. La Comandancia
posibilitó un sistema de guarnición y seguridad que permitió la creación de una
especie de destacamento armado. Con esta especial fundación, integrada por un
pequeño grupo de soldados rebeldes, los que inicialmente no podían ser
catalogados como policías, seleccionados por su mayor comprensión y cierto
nivel escolar, superior en relación con el nivel medio del Ejército Rebelde.
Al
compañero Fito Suárez se le encomendó hacerse cargo de la organización de las
postas alrededor de la
Comandancia: “La primera estaba en el camino de Sabanilla,
funcionando las 24 horas, la segunda se ubicaba en lo que era el campamento de
la guarnición, que luego se denominaría de la Policía Rebelde y
la tercera se hacía rondando la casa donde se dormía, que tenía su entrada por
el camino que va hoy a la escuela de Mícara y se rondaba además alrededor de la
vaquería donde continuamente se trabajaba hasta horas avanzadas de la
madrugada. Este servicio de guardia se integró por 20 o más compañeros”.
Se proyecta crear delegaciones de policía en las columnas y compañías,
pero lo que funcionaba como policía en la práctica era el cuerpo de guarnición
que a veces se ocupaba del servicio interno de la Comandancia. Recuerda
Fito: “que la composición de este grupo era heterogénea por las tareas que
realizaba, además de las guardias. Ya a finales de octubre, cuando llega a la Comandancia, había un
grupito de combatientes: el cocinero Santiago Wash, en ese tiempo llegó Israel
Reyes, que cayó después en
50
Bolivia
junto al Che, y Enrique González, que luego fue instructor de la Escuela de Policía que
tendríamos cerca de la Yaya.
También el Sargento Guillermo Rivas, de suministro, que fue
nombrado por el propio Raúl, otro muchacho de apellido Chaveco, que era chofer
y auxiliaba a Rivas en el abastecimiento, conocedor de aquella zona, pues era
del mismo pueblecito de Mayarí”.
A mediados de octubre se incorpora a la Comandancia Alfredo
Reyes Trejo, con 5 hombres del Servicio de Inteligencia Rebelde, quien provenía
de la zona del Capitán Filiberto Olivera.
Reyes Trejo de inmediato empezó a incorporar a un grupo de
aproximadamente veinte hombres, venidos de San Luis, a hacer trincheras para
protegerse de los ataques aéreos. Por orden de Raúl, también estos se irían
incorporando a la célula original de la Policía Rebelde.
La aviación bombardeaba todos los días a Mayarí, cuando no era en la
mañana lo hacían en la tarde, amanecía con una neblina espesísima hasta las 8 o
9 de la mañana en los meses de octubre, noviembre y a principios de diciembre.
La Policía
Rebelde se comenzó a
constituir en estas condiciones. Es importante señalar el hecho de que esta
guarnición se convirtió en una especie de célula-madre, cuyos miembros serían
los primeros en portar el monograma de la Policía Rebelde,
fabricado caseramente en Mayarí Arriba.1 De esta célula se irían
desprendiendo de continuo los compañeros que asumieron la función policial en
los diversos poblados liberados. Por su adiestramiento, preparación y
confianza, este destacamento armado rebelde fue una fuente constante de la que
se nutrió la Policía
Rebelde. Pudiera decirse que más que funcionar como policía,
su papel fue el de ser la célula-madre, y su misión de cuerpo de guardia de la Comandancia Central le
impedirá en la práctica convertirse en un cuerpo policial.
1 Creamos un monograma o distintivo
que consistió en un pedazo de tela en forma de escudo con los colores del
M-26-7 rojo y negro y las letras en blanco con una PR o sea Policía Rebelde.
Doila, esposa en aquel entonces de Vazquecito, junto a un grupo de mujeres del
poblado, hicieron los distintivos. Los que usábamos nosotros tenían una CC, o
sea, Comandancia Central. Lo poníamos encima del brazalete. En realidad esto no
le decía nada a nadie dentro del territorio que tradicionalmente ocupábamos,
pues allí solo éramos los rebeldes; luego sí fue necesaria una identificación
en los territorios que se iban liberando.
51
No
obstante debemos subrayar que a fin de cuentas esa guarnición quedaría bajo el
mando de la Policía
Rebelde y se encargó incluso, después del triunfo de la Revolución Cubana,
de la protección y seguridad de la Comandancia Central,
para lo cual se convertiría en un celoso vigilante de las preciadas vidas de
sus integrantes y de todos los bienes que esta contenía, incluidos los
documentos.
Es
justo reconocer que si los miembros de la Comandancia apenas
dormían, sumidos en el intenso trabajo de la conducción de la guerra y de la
dirección de la revolución, aquellos compañeros de la Policía Rebelde
encargados de la custodia, propiciaban esta fecunda vigilia con su anónima
labor. También este destacamento de guarnición se encargó del cuidado de
presos rebeldes y del enemigo, además de realizar las tareas de servicio
interno y de seguridad apuntadas.
Como
a 5 o 7 kilómetros
del poblado, en Tumba Siete, existía una casa inmensa con un amplio granero que
había servido al inicio de campamento al Comandante Casilla y que era utilizado
para alojar a los prisioneros militares hechos al ejército de la tiranía. En la Comandancia no había
cárcel, pero llegó a darse la ocasión de tener que improvisar una especie de
casita de guano a la orilla de un río como en el caso del piloto Mario Díaz
Saumel, ajusticiado el 3 de diciembre luego de probársele fehacientemente su
culpabilidad por un tribunal revolucionario. Este hombre, dueño y piloto de
una avioneta, fue capturado por una acción comando en una pequeña pista entre
el central Palma y el cuartel, y se le obligó a aterrizar en Mayarí Arriba. La
avioneta la dedicaba a taxi aéreo, pero al ser cortadas las carreteras por los
rebeldes se dedicó a transportar a oficiales y soldados de la tiranía y al
conocido asesino Campos Pontigo, jefe del escuadrón 14 de la Guardia Rural de
Palma Soriano, al traslado de la correspondencia y el dinero del pago a las
fuerzas de la tiranía destacadas en Palma. Estaba vinculado al sanguinario
Coronel Alberto del Río Chaviano en grandes negocios. Los días anteriores a
que concluyera este caso fueron de no dormir y de intensa agitación para la
guarnición, según recuerda aún hoy Fito Suárez.
52
Organización
de la Policía Rebelde
Una
fría mañana del mes de noviembre de 1958, fui llamado por los entonces
capitanes Augusto Martínez Sánchez y Manuel Piñeiro Lozada, Barba Roja (fallecido),
para plantearme la misión de organizar lo que sería la Policía Rebelde
del Segundo Frente Oriental Frank País. Por aquel entonces la Comandancia radicaba
en Mayarí Arriba (en el lugar donde hoy está el museo).
El compañero Reyes Carbonell ya había dado algunos pasos iniciales. Mi
primera tarea fue organizar la seguridad de la Comandancia Central con los compañeros de la Policía Rebelde.
Estaba realizando en Soledad, por órdenes del Comandante Raúl, otro
trabajo que consistía en recoger una cantidad de vehículos volcados, algunos
en lugares verdaderamente difíciles de sacar, ponerlos en funcionamiento y los
que no se pudiesen arreglar, desarmarlos y hacer un almacén de piezas de
repuesto en un local donde se guardaba café que ya existía en ese lugar.1
Al presentarme a la nueva misión, ya estaba organizado el destacamento de
guarnición antes referido, el que quedó bajo mi mando a partir de ese momento.
El Capitán Manuel Piñeiro me instruyó sobre cómo iba a funcionar y
cómo debía formarse la
Policía Rebelde, e incluso me sugirieron algunos compañeros
que podía utilizar en esta función,
1 Al mirar a la distancia, pienso
que fue el primer intento de la creación de la especialidad de tanque y
transporte del Frente, se logró poner de alta varios vehículos, los llamados
zapa de tres diferenciales y camionetas Power Vagón, que por órdenes de Raúl se
le entregó a Efigenio. Se creó un parque de piezas de repuesto.
53
entre
los que estaba Alfredo Reyes Trejo, quien fungiría como segundo al mando de la Policía. Luego no
solo él, sino los hermanos Trejo que también realizaron un meritorio trabajo en
la organización de la
Policía Rebelde. Comenzaron aquí realmente a darse los
primeros pasos para la organización de un cuerpo policial.
A
partir de este momento existe comunicación y contacto permanente entre el
mando de la policía y estos dos miembros de la Comandancia, Piñeiro y
Augusto, lo que de hecho se convierte en el puente directo a través del cual se
canalizan las órdenes de la autoridad máxima rebelde a dicho mando policial. En
el trabajo futuro se irán perfilando aún más las condiciones en cuanto al
funcionamiento y alcance de la policía.
Siguiendo
las indicaciones de estos jefes superiores, la policía empezó a ser nutrida con
reclutas guerrilleros procedentes de la escuela de Calabazas de Sagua, dirigida
por Raúl Barreda, compañero de Guantánamo que siendo agente del Servicio de Inteligencia
Militar (SIM) enemigo, se había incorporado al Movimiento 26 de Julio,
prestando valiosos servicios, además, yo incorporé a un grupo de soldados que
estaban bajo mi mando en Soledad.
Recibí
indicaciones de algunos de los requisitos que debían cumplir los hombres que
seleccionaríamos y estos eran los siguientes: tener un mínimo de preparación
política, ser firmes en sus convicciones, una actitud definida ante la
revolución, tener en cuenta que no solo se realizaría un trabajo con el orden
público y las actividades enemigas, sino que tendrían que hacer un trabajo
político con los ciudadanos y mantener el trato correcto del Ejército Rebelde
con el pueblo.
La principal misión policial siguió siendo la protección de la Comandancia, a esta
casi se reduciría lo hecho por la policía en lo que era el territorio
tradicional del Frente.
En
realidad, de acuerdo con las exigencias propias del momento, existía una
especie de puesto policial en uno de los puntos de la guarnición, pero no había
una jefatura de la policía organizada y estructurada. Nunca llegó a existir un
escalón de mando policial. En su aspecto material contábamos en la Comandancia Central
con un pequeño local de trabajo, generalmente estábamos muy poco tiempo allí, y
las orientaciones las recibíamos a través de los compañeros mencionados
(Piñeiro y Augusto). No se puede pensar cuando hablamos de jefatura de Policía
en una cosa organizada. En realidad ejercíamos como jefe de la policía yo y
como se-54
gundo
Alfredo Reyes Trejo. Por lo regular andábamos juntos, en la práctica el puesto
de mando nuestro estaba arriba de un jeep y continuamente nos estábamos
moviendo, organizando, controlando, nombrando policías en los poblados que se
habían liberado y otras funciones.
La dirección de la
Policía se convirtió en un mando móvil, por la urgente
necesidad de organizar estos poblados, montada en un jeep para trasladarnos de
un lugar a otro según el rápido desplazamiento de las tropas rebeldes. Este
mando móvil no fue el resultado de un estilo de trabajo, sino de las
necesidades impuestas por las circunstancias de la guerra.
55
La Ofensiva Rebelde
General
y perfeccionamiento de la Policía
Rebelde
Fue
un período decisivo de la lucha armada, los acontecimientos se produjeron a una
velocidad vertiginosa, estábamos en el comienzo de la gran ofensiva rebelde
cuando era imprescindible arrebatarle al enemigo el máximo de terreno y el
combate fue pasando, de la toma de cuarteles y puestos militares ubicados en
poblados medianos, a la lucha por las ciudades.
Fue un momento de gran movilidad de las fuerzas rebeldes que iban
abandonando sus territorios tradicionales y avanzaban sobre las posiciones del
enemigo en el llano. A consecuencia de esta Ofensiva General se liberaron
enormes territorios y poblados en las cercanías de las diferentes comandancias
de las columnas.
El Ejército Rebelde estaba en medio de un frente de combate amplio al
desatarse la ofensiva de todas las columnas por la Operación Gancho, pero iría quedando, entre la
dirección central del Frente y las líneas de combate, una zona formada
por los poblados y ciudades liberadas, territorio ocupado por medio millón de
habitantes, había que controlar mediante el funcionamiento de un cuerpo que
fuera la garantía de la firmeza de estos triunfos, situación que planteó la
necesidad de fortalecer las estructuras. Se hacía necesario, no solo cubrir
esta retaguardia, sino dejar un orden constituido en estos nuevos territorios
para impedir cualquier acto que pudiera poner en peligro este proceso, fue por
eso que se tomaron adecuadas medidas organizativas, sobre todo, al sopesar la
contingencia de la prolongación de la guerra y pensando en las situaciones que
pudieran sobrevenir de cualquier cambio súbito en ella.
Además,
la extensión territorial de la contienda creaba otro problema, los lugares de
combate o en ocasiones las líneas de
56
fuego
del Frente se habían alejado tanto del centro de dirección de las tropas
rebeldes que se hacía casi imprescindible dejar consolidada la retaguardia, o
sea, todo el territorio que se iba ocupando y también era necesario crear
enlaces entre esos dos puntos tan distantes. El que se pudiera garantizar el
control del territorio liberado determinaba en gran medida la obtención de
tales objetivos y en esto intervendría con un peso considerable la Policía Rebelde, la
que se encargó de mantener el orden, administrar justicia y contribuir a la
reorganización de la vida social, entre otras de sus múltiples tareas.
Insisto en que lo primero era derrotar al enemigo, lo que no nos
permitió que el mando policial se entregara de lleno a la tarea de organización
de la Policía. De
las tareas militares emanadas de la Comandancia Central
se destaca la operación contra Songo y La Maya, plazas donde no se dejó organizada la
policía porque la misión del mando policial era en ese momento otra, debido a
las necesidades de esa coyuntura concreta.
En La Maya,
acompañé a Augusto Martínez y Raúl Camacho, el Abuelo, jefe de
intendencia del Segundo Frente e hicimos un requisamiento de víveres y otros,
fundamentalmente en almacenes de connotados batistianos del poblado, y dejamos
constancia de lo que se requisó, mientras que en Songo, a pesar de haberse
tomado esta plaza, considerada por la dictadura como inexpugnable, no se pudo
tampoco dar pasos organizativos respecto a la Policía Rebelde.
Ubicándonos en aquel contexto, podremos comprender mejor por qué aquel
momento exigía participar en el combate por encima de cualquier otra tarea,
así como determinadas circunstancias en ocasiones, impedían a los jefes de la
policía dedicarse a otra cosa que no fuera redundar en la solución de las
necesidades bélicas del Segundo Frente, a veces simplemente había que hacer lo
que dicta la lógica: la guerra.
Más tarde, sin haberse liberado todavía las principales plazas de la
provincia, se volvería sobre estos dos grandes poblados para dejar constituida
en ellos la Policía
Rebelde. También se irían sumando otros lugares de menor
importancia como Jamaica y Caimanera en una dirección, y Dos Caminos, Borjita,
Santa Ana de Auza y Baltoni, en otra. La dirección norte del mando de la
policía tendría que dividirse por imperativos de la extensión del Frente.
También se organizaría la policía en Cueto.
57
En
otros lugares, los jefes de las unidades rebeldes que realizaban su
liberación, constituyeron en estos una especie de puestos de guarnición, que no
pertenecía a la policía en toda su propiedad, pero que después fungirían como
puestos policiales. A veces esta no fue más que una situación provisional,
dictada por la marcha agitada de los hechos y que fue modificada tan pronto
como el mando de la Policía
llegó a estos lugares para realizar su labor organizativa.
Por lo regular en estos momentos iniciales de la ofensiva rebelde, el
mando móvil de la Policía
visitó las plazas que se estaban liberando, aún en medio del fragor del combate
o recién terminado este.
Enfrentadas al estado de confusión, propio de esos sitios recién
liberados, los jefes de la policía del Frente asistieron a la constitución de
esos pequeños destacamentos rebeldes que se dejaron para garantizar la defensa
con una mezcla de entusiasmo y furor característicos. El mando policial,
después del acto de constitución, marchó al lado de las tropas que avanzaban
aceleradamente. Sobradas razones existían para este apresuramiento.
Casi
a mediados de noviembre se recibieron órdenes precisas de la Comandancia General
en la Sierra Maestra
donde en esencia se señalaba que: las columnas del Segundo Frente debían seguir
su avance, sitiando y rindiendo a todos los cuarteles posibles en la zona
comprendida entre Cueto, Mayarí, San Luis y Guantánamo, mientras que las
columnas que rodeaban a Santiago de Cuba debían continuar vigilando e
impidiendo el menor movimiento de tropas enemigas.
El
23 de noviembre, coordinadas las tropas del Segundo y Tercer Frente
Orientales, se iniciaba una cadena de combates que han sido denominados la
“batalla de Oriente”, que traerían como resultado la liberación de las plazas
más importantes por parte de los rebeldes. El camino del debilitamiento y
posterior derrumbe del régimen estaba abierto.
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Desde
Baracoa hasta Cueto
En
el desarrollo de esta ofensiva final, vorágine revolucionaria marcada por la
toma de la iniciativa militar rebelde y la correspondiente desmoralización del
enemigo que rindió muchas de sus posiciones, incapaz de contener aquel empuje
revolucionario. Fuimos tomando poblados y ciudades y armamos gente por el camino.
En medio de esta situación fue que la policía se convirtió en una necesidad
militar y política de primer rango, por esta razón, el Jefe del Segundo Frente
da instrucciones al mando de la
Policía para ir “desde Baracoa hasta Cueto” y autoriza para
reclutar en las columnas a los hombres necesarios con el fin expreso de organizar
el cuerpo policial en todo el territorio liberado.
Se inicia el período de trabajo más intenso para el mando móvil de la Policía Rebelde,
como podrá calcularse con facilidad, la fundación y existencia de esta se
circunscribirá cronológicamente a los últimos días de noviembre y sobre todo a
diciembre, por lo que todas estas medidas organizativas fueron fugaces. En
especial recuerdo que medité sobre la nueva tarea que se me había encomendado,
por lo cual debía de emitir algunas medidas que normasen las actividades
iniciales pues se avizoraba la toma de la iniciativa rebelde para una posible
ofensiva, algunas de estas indicaciones fueron:
Primero:
Queda terminantemente prohibido ausentarse de las delegaciones de la policía
rebelde sin la previa autorización del responsable del mismo.
Segundo:
Igualmente para el buen funcionamiento de estas delegaciones queda prohibido
así mismo las conversaciones no constructivas así como discusiones polémicas
[…].
59
Sexto:
Este departamento deberá mantenerse limpio, ordenado, gala de la característica
de este Segundo Frente Frank País. Séptimo: Todo miembro de este cuerpo debe
cuidar celosamente su apariencia personal […].
Noveno:
El responsable de este campamento deberá convocar una reunión cada dos días con
el personal bajo sus órdenes para el intercambio de ideas y críticas
constructivas y todo lo relacionado con nuestro cuerpo y las cuestiones
fundamentales que dieron origen al Proceso Revolucionario.
Hubo que recorrer enormes territorios separados por largas distancias,
para cumplir la misión que el Comandante Raúl Castro había encomendado.
Teníamos que dar rodeos, pues muchos lugares estaban aún en manos del enemigo;
atravesábamos poblados en las noches o madrugadas, muchas veces desiertos, escuchando
a lo lejos el ruido del combate que se desarrollaba, sin tener claro en manos
de quién estaba el lugar.
Es
así como empezaron a darse los primeros pasos para la organización de la
policía en los territorios recién liberados, se formaron pequeños
destacamentos armados que tuvieron funciones especiales, por tanto
diferenciadas, para el mantenimiento del orden público, del resto de los
soldados rebeldes, cuya misión esencial era la combativa. Se distinguían no
solo porque portaban monogramas que los identificaban como policías, sino
también porque tenían cabal conciencia de su pertenencia a un cuerpo especial y
porque actuaban de acuerdo con ello. Ya en este tiempo fue función de la
jefatura máxima de la Policía
la constitución de estos grupos armados que situaba en los poblados, así como su
instrucción en relación con su actuación y el chequeo de sus deberes, incluso
se observaba una tendencia en dicha jefatura a especializarse en sus
funciones, aunque nunca abandonaron su participación en los combates. La
combinación de ambas funciones y en ocasiones su realización simultánea, le
fueron inherentes a las condiciones de guerrilleros, los que compensaban su
insuficiencia numérica con la versatilidad de sus actos.
Nutriéndose
de los soldados que provenían de las escuelas para reclutas rebeldes existentes
en Calabazas de Sagua y en Mayarí Arriba, de los efectivos de la guarnición de la Comandancia Central,
que enviaba Fito Suárez. Se fueron estableciendo puestos policiales en Alto
Songo (liberado el 27 de noviembre), La
Maya
60
(liberada
el 7 de diciembre), San Luis (liberado el 9 de diciembre); en Dos Caminos,
Santa Ana de Auza y Baltoni; en el sector sudoccidental, en la dirección norte
de Cueto (26 de diciembre), en Mayarí (30 de diciembre) y en una tercera
dirección, en Jamaica de Yateras, justamente en el momento que se organizaba
el asedio de Guantánamo por parte de las tropas de Villa y Efigenio, entre
otros lugares de este sector se organizaría también en Caimanera (liberada el
19 de diciembre).
En algunos casos las milicias clandestinas que operaban en los
poblados y plazas mayores o que se habían sumado al combate por su liberación,
eran utilizadas para apoyar la actividad policial o se integraban a ella aunque
en menor escala. Los jefes de los puestos policiales eran compañeros de más
confianza, por lo general de los que se habían formado en contacto directo con la Comandancia Central,
en el grupo de guarnición responsable de su seguridad y traslado. Estos puestos
de policías de los enclaves liberados debían estar mejor preparados para
enfrentar una misión más compleja que la que se realizó en el territorio
tradicional del Frente. Ahora no se trataba de resolver problemas civiles en un
marco controlado del todo por las fuerzas revolucionarias, ni tan solo se
trataba de establecer un orden militar mediante el uso de la fuerza, había que
organizar la vida en esos territorios recién liberados y además se necesitaba
hacerlo aun en medio de una guerra cuyo final no podía pronosticarse con
exactitud cuándo se produciría.
El cuerpo policial debía diferenciarse, de hecho era distinto por su
esencia, del odiado cuerpo de la policía batistiana. El pueblo espontáneamente
apreciaba esta diferencia, por esa razón se intensificó la educación política,
ya de por sí el nivel de preparación de las tropas del Segundo Frente era
considerable a causa del énfasis en la necesidad de politización elevada del
Frente, por lo que los soldados que pasaban a trabajar en la policía no podían
menos que reflejar esta preparación, sin embargo, se procuraba que estos
fuesen los que mayor desarrollo tuviesen en este sentido, a fin de que
entendieran mejor su misión y acometieran las tareas con la aptitud requerida.
Con el fin de mejorar esta preparación se trabajaría luego en la
creación de mecanismos que viabilizaron esta labor, como escuelas de la
policía, y se atendería más de cerca a los puestos policiales.
La necesidad de acentuar el factor de la educación moral se tradujo en
la práctica en una sobrecarga de este tipo de trabajo
61
que debería enfrentar
el mando de la Policía.
Esto se puso de manifiesto en una circular rebelde dirigida
a las jefaturas de los puestos policiales que se acababan de constituir, la
cual tuvo por objeto clarificar algunas de las cuestiones antes señaladas.
Al
recibir la tarea, Trejo y yo pensamos que teníamos que confeccionar unas
normas para que los compañeros las tuviesen presente en esta función, por
completo nueva para todos, por lo que elaboramos, con nuestra propia concepción
e imbuidos del espíritu de lo que avizorábamos en el futuro, la circular
número 1 del 5 de diciembre de 1958 que dice como se transcribe en estos
fragmentos (ver anexo IV):
Nos
ha tocado a los hombres que constituimos el Cuerpo de la Policía Rebelde la
ardua y responsable tarea de ocupar y mantener el orden en los territorios
liberados por el Ejército Revolucionario 26 de Julio, sobre cada uno de
nosotros gravita de manera directa tal responsabilidad y debe constituir
nuestra mayor preocupación el hecho de salir airoso y con éxito de esta
responsabilidad que la
Revolución ha puesto en cada uno de nosotros […].
La Policía
Rebelde es un cuerpo no
solamente creado para mantener el orden de los territorios ocupados por
nosotros, sino sus funciones deberán ser más amplias y profundas, ya que como
en los pueblos liberados por el Ejército Revolucionario es la representación
ante el pueblo del Ejército Rebelde. La Policía Rebelde,
deberá estar presta en cualquier lugar en que se encuentre, a ejercer su
autoridad y respaldar con esa autoridad, la justicia a los humildes, origen y
causa de nuestras luchas […].
Todo
policía deberá cuidarse de no aceptar halagos ni regalos interesados que
tiendan a menoscabar el ejercicio pleno de su autoridad, cosa esta corriente en
los policías anteriores, habidas en nuestra República, donde un tabaco, una
cajetilla de cigarros o cinco pesos disimulaban y cubrían inmoralidades.
En ese último párrafo citado se efectúa un corte nítido entre la
policía anterior y la
Policía Rebelde, denunciando el carácter fácilmente corrupto
de aquella a la que el soborno material y el halago cegaban el cumplimiento de
su deber. Era lógico que esto exis-62
tiera
en un cuerpo policial puesto al servicio de la clase explotadora que lo
sostenía solo por dinero y no sobre la base de una causa justa que le diera una
sustentación moral e ideológica.
En este fragmento de la circular número 1, que ya citamos antes, se
evidencia la esencia clasista, en este caso a favor de los explotados, que
debía guiar la actuación del nuevo cuerpo policial:
La Policía Rebelde, deberá estar presta en cualquier lugar en que se encuentre, a
ejercer su autoridad y respaldar con su autoridad la justicia de los humildes,
origen y causa de nuestras luchas.
Se subraya aquí una vez más la respuesta combativa que debía
caracterizar al policía rebelde para ejercer a plenitud la autoridad
conferida. No se nos debe escapar el espíritu martiano con que está hecho este
documento, apoyado en indicaciones de nuestros superiores, además, lo
conceptual que nuestra cultura nos indicaba, pues éramos parte de esa
población con unos tremendos deseos de justicia, no queríamos una policía igual
a la que conocíamos. Teníamos que invertir el orden de las cosas, queríamos y
podíamos hacer algo distinto; el documento fue consecuente con los fines
humanitarios y a favor de los desposeídos con el uso del fusil para destruir el
régimen de opresión y crear las bases de otro distinto.
Dejando claramente establecida la identidad absoluta de fines y
métodos existentes entre el Ejército Rebelde y la Policía, la circular hace
conciencia en cuanto al amplio alcance de la responsabilidad de esta cuando
dice:
La Policía
Rebelde es un cuerpo no
solamente creado para mantener el orden en los territorios ocupados por
nosotros, sino [que] sus funciones deberían ser más amplias y profundas, ya que
somos en los pueblos liberados por el ejército revolucionario, la
representación ante el pueblo del Ejército Rebelde.
El 16 de diciembre el Comandante Raúl Castro emitió la Orden Militar número
53, que establecía el sistema de administración que se debía aplicar en los
municipios liberados y definía las funciones
63
que
se debían cumplir por las instituciones creadas, entre ellas la Policía Rebelde.
En su artículo 16, el documento expresaba:
Para
el cumplimiento de las disposiciones de los comisionados, así como para el
mantenimiento y atención del orden público del territorio donde presten sus
funciones, las autoridades encargadas de la administración municipal contarán
con las fuerzas de la
Policía Rebelde que radiquen en tales territorio.
Y entre las disposiciones transitorias, indicaban:
La Policía
Rebelde del Segundo Frente
Oriental “Frank País” quedará subordinada en lo sucesivo única y exclusivamente
al comisionado General a quien se le faculta por este medio para la
reorganización de dicho cuerpo y la designación de sus miembros.
Desde este momento la
Policía se subordinó a Augusto Martínez Sánchez, quien en su
condición de comisionado general del Frente, aceleró su creación y desarrollo.
Como parte de este proceso, el 20 de diciembre
Martínez Sánchez puso en vigor un decreto que
aprobaba el reglamento del cuerpo, en él se definían las funciones de la
policía y los principales aspectos de su estructura y se precisaban las
atribuciones y funciones de los jefes en los distintos niveles. En los
artículos 2 y 3 se establecía, respectivamente las funciones y las estructuras
del cuerpo de la policía rebelde:
Funciones:
a)cumplir y hacer
cumplir las leyes, reglamentos, órdenes y
demás
disposiciones vigentes en el II Frente. b)prevenir los actos delictivos.
c) la conducción, custodia, identificación y seguridad de los prisioneros
de guerra.
d) el control de los civiles en los teatros de operaciones bélicas y los
movimientos en masa de refugiados.
e) De la persecución de los militares prisioneros escapados.
f)
El control del orden
público en los territorios liberados y ocupados por las fuerzas rebeldes.
g)
La búsqueda y
conducción de las personas que se le ordenen.
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h) Realizar las investigaciones que se le encomienden, de las
que deberá dar cuenta por escrito a quien la ordenó a la mayor
brevedad
posible. i) Informar a los mandos militares
del II frente de cualquier hecho
que
pueda comprometer la seguridad de las fuerzas rebeldes j) recolectar y poner a
disposición de la comandancia central
todo
cuanto sea ocupado al enemigo. k) Y las demás atribuciones que se le señalen
por la superioridad.
La estructura que adoptamos y estaban normadas fueron: jefatura,
distritos, delegaciones y subdelegaciones, solo pudimos organizar un distrito
que fue el número 17 que comprendía la zona de San Luis.
La jefatura estaba subordinada al comisionado general del Frente e
integrada por un jefe y los agentes necesarios. Se crearían tantos Distritos
como fueran precisos, subordinados estos a las delegaciones y subdelegaciones,
tanto unas como otras contarían también con un jefe y los agentes que
requieran. Además, también se refería a otras cuestiones, tales como:
-Las
atribuciones y funciones de los jefes en cada uno de los niveles de
subordinación, con el propósito esencial de garantizar el control y
funcionamiento de la policía en estas dependencias, e informar periódicamente a
los mandos superiores.-También se refería a los requisitos que debía tener un
agente de policía, sus cualidades morales y políticas.
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