Por Alfredo Ballester Parra
Recién la guerra había terminado habíamos salido una calida mañana de nuestro campamento de la 9 Brigada Motomecanizada cubana en Arba en Etiopía con el fin de realizar un breve reconocimiento a una zona boscosa a la orilla del río Awasch, relativamente cerca.
Al timón del Was ,el viejo Sergio, chofer de guagua en nuestra capital en Cuba, tres compañeros reservistas, como escolta, ya que existía actividad de bandidos en el territorio, recientemente los bandidos habían capturados a cinco soviéticos que nunca aparecieron, también nos acompañaba Isabelita, joven oficial de las FAR, y jefe de la oficina secreta de la Brigada. Enterada de nuestra salida, se empeñó en venir, alegando que no había ido ni a la puerta. Hacía unos minutos que abandonamos la carretera que conducía al puerto de Asad, y nos habíamos internado en el polvoriento camino que conducía hacia en río atravesando las curiosas construcciones de los Afar, pueblo nómada que vivían en la zona, semejantes a los Iglú esquimales, pero en este caso era con palos y gajos de los árboles, y el cercado espinoso contra los depredadores, llegamos a la orilla del caudaloso río, de aguas rojizas, por la erosión de tierra de este color que arrastraba. Pastoreando sus chivos estaban varias muchachas Afar, bonitas, con sus típicas vestimentas y los senos al aire, son muy femeninas, en sus manos los cayados para arrear el rebaño; se acercaron amigablemente, al ver una mujer con nosotros, pues por lo regular se mostraban un poco recelosos, nos saludaron, eran muy jóvenes de piel muy negra, ojos picarescos, unos dientes blanquísimos y senos erectos, que los cubanos discretamente se lo admirábamos. Conversaban con Isabelita con mímica, gestos y se reían, mientras yo me dedicaba a observar el lugar, me aleje un poquito tomando algunas notas, al volver al grupo las muchachas le hacían seña a nuestra oficial que se quitara la camisa para ellas ver sus senos, Isabelita retrocedía y se negaba rotundamente, los cubanos apoyaban a las Afar, le decían chica, no seas mala con las muchachas enséñale las tuyas, mira como ellas te enseñan las suyas, eso no tiene importancia, Isabelita, les decía, Uds. pueden creer que no ,de eso nada,
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