martes, 25 de septiembre de 2018

El Morito


Amín el morito, como era conocido por su físico, era un tipo flaco, nariz larga y afilada, de mediana estatura,  pelo abundante, ensortijado  negro y ojos pequeños, evasivos color del moco, había nacido en Caimanera, en el Nunque, barrio de trabajadores de la base naval norteamericana ubicada en la bahía de Guantánamo. Para llegar al lugar existía  a lo largo de la costa una callecita estrecha de un arenón negro  y húmedo,  a veces mal oliente. A ambos lados del callejón estaba lleno de pequeñas  casitas de madera, construidas sobre  pilotes de caigüirán  adentrados en el mar. De las letrinas de las viviendas, las olas llevaban las excretas a la orilla, que acentuaban su color, aún más  con el negro de las piedras.
 Su padre, el viejo Elías Bechir,  hombre compasivo y noble, tenía en el patio un bajareque al que llamaba su taller de carpintería, poblado de pequeños cangrejitos que la marea dejaba y que desaparecían a la velocidad del rayo al menor ruido. El lugar se  inundaba en ocasiones de agua salada, cuando la marea  era fuerte y  el norte soplaba,  de un fango negro de un penetrante olor a pescado podrido.
El viejo, muy joven,  había emigrado de Monte Líbano cuando en el país existía la administración francesa. Descendiente de  árabes, originario  de la aldea de Zablah en las montañas de norte del país.
De su padre Emile había  heredado el oficio de  carpintero. Al llegar a la isla  vino recomendado al pobladito de Cueto en el Oriente, lugar donde existía una colonia de libaneses, dueños de comercios. Aquí conoció a Josefa con sus negras trenzas, la que sería luego su mujer, esta pasaba unos días en la casa de un pariente y detrás de ella se fue para Guantánamo. Allí vivían  muchos paisanos que le ayudaron, se casó y se radicó en Caimanera,  lugar en que nacieron sus hijos Amin y Sabra.
Josefa en la madurez se convirtió en una bola de grasa, con un culo que parecía una jamaiquina vieja, con el carácter apacible y tranquilo de una vaca.  Sabra, tenía una figura aceptable, tal vez muy bajita, de un pelo rubio, ojos azules, nariz afilada y una sonrisa agradable,  rápida para abrir las piernas, con el mérito que lo hacía solo con cubanos, novios y por amor.
El viejo hacía trabajos por encargo para la Base Naval; a pesar de la educación del padre el morito, tenía algún gen defectuoso, genéticamente deformado, comenzó a tener problemas de conducta desde temprano. Caimanera había sido un burdel, para la marinería yanqui acantonada en el enclave y para los marinos yanqui, canadienses, ingleses filipinos, portorriqueños de la Navy, y de otras nacionalidades que la visitaban.
El lugar estaba llenos de putas, chulos, rateros, y gente del hampa de todo tipo, había un negro como de seis pies  y pico, de 750 libras de peso, con un aliento capaz de matar un mosquito en pleno vuelo. Venía de un central cercano, sus comidas eran célebres; antes de cada una, para moderar su voraz apetito engullía una lata de la que llamaban de gas, llena de plátano verdes sancochados, luego una copiosa comida, de potajes arroz, carne de puerco, viandas, etc. Sandalio el volao, que así se llamaba el hombre, era dueño de un pequeño bar con cinco putas de los montes de Baracoa, que también degustaba. El lugar estaba cerca del larguísimo  muelle, que penetra aguas adentro  de mas de no se que distancia, además prestaba dinero a interés, era también  garrotero.
El morito a pesar de solo tener 12 años, dada la amistad con este sujeto, conseguía favores gratuitamente de las pupilas, además el niño despuntaba como tremendo estafador y timador;  también el dueño lo utilizaba en sus negocios. Sandalito reclutaba guajiritas de los montes del valle y comercializaba con cigarros sacados clandestinamente de la base, llevaba a las mujeres a un rancho cerca de la patana fronteriza, americana, en el río Guantánamo, para que los marinos  brincaran la cerca y  tuviesen relaciones sexuales. Cuando él no iba, mandaba al morito.
 Y pasó el tiempo, atrás quedaron los días de pescar pequeños tamboriles en la pasarela de madera que conducía a la salina, el olor a el Kibbeh, carne de vaca, cruda, frita o cocida que el viejo preparaba los domingos.  Ami cuando no estaba  retenido en el apostadero naval de la marina, en el cuartel de la Guardia Rural,  estaba en la policía; cuando no estaba preso, lo estaban buscando. No salía de un problema para entrar en otro, siempre andaba metido por los bayuses de Guantánamo o Caimanera, en líos de putas.
Dando tumbos se fue para la Habana a la casa de unos parientes en el Diezmero, allí conoció a jineteras, aprendió a diferenciarlas,  las diplomáticas  eran las que se paraban en la 5ta avenida y 44, las de Popis eran las corrientes. Vino a parar a la zona de Holguín, por acá se relacionó poco, se recogió el pelo y lo metió en una boina color beige  claro, se dejó la barba y unos espejuelos oscuros,  le cambiaron su fisonomía, tenía algún ahorro, compró un motocicleta y un plan bien definido, comenzó a merodear el aeropuerto internacional, se situaba en un punto cómodo a observar la llegada de los viajeros.
Esta observación duró cerca de tres meses, su sagacidad natural salió a flote,  se especializó en clasificarlos, sabía cuando eran turistas primerizos al país de  los que eran abordables, otros unos pobres diablos que habían comprado por un paquete turístico un reinado de dos semanas, eliminó la idea generalizada de que todos los españoles eran gallegos y que todos  tenían una bodega en la esquina, que los narras  o paiza eran todos los que tuviese ojos rasgados de chinos y que  tenían fondas,   vendían hortalizas o eran cocineros, que todos los europeos más o menos  eran polacos, que tenían quincallas o vendían baratijas y que todos los árabes eran árabes narizones.
La espera terminó una mañana clara y fresca en que divisó lo que estaba esperando, alguien a lo que su físico se aproximara. Vio a un tipo que a sus ojos podía pasar por su hermano. El recién llegado llegó un domingo a las 9:40pm procedente de Toronto, Canadá, lo observó detenidamente,  el tipo tenia clase, caminaba con aplomo, no pudo por la distancia oír su voz,  dedujo que si venía de Canadá era probable que fuera de habla inglesa o francesa, esto complicaba un poco las cosas. Del hombro le colgaba una laica de video de las caras por lo tanto no era uno de los turista escasos de dólares que tanto había observado en su vigilia,  vestía con sencillez pero con  elegancia ropas deportivas.
El viajero tomó un taxi y se dirigió a la ciudad, le fue fácil seguirlo con la moto; al penetrar a la ciudad, cerca de la estación del ferrocarril se le perdió de vista, pensó que podía dirigirse al hotel Pernik, atravesó por el Reparto Peralta, al llegar a las esquinas de las casas de las que llamaban las barrigonas por ser lugares habilitados para mujeres en estados con peligros de abortos, vio el vehículo con las luces encendidas frente a una de las casas donde alquilan habitaciones a extranjeros, continuó la marcha y se detuvo a mitad de la cuadra, debajo en la sombra de un gran roble. Esperó hasta que el auto partiese, entonces se fue a dormir, al otro día temprano, se sentó en un pequeño parquecito donde la persona debía de pasar obligatoriamente si se dirigían al centro y esperó.
Después de las 8:00am, el turista salió caminando despacio en su direccion,  el tipo vestía un pulóver rojo que decía Toronto,  caminaba con aplomo y confianza.  sus cálculos eran correctos, venia en su direccion, Amin lo saludó con la mano y —en inglés dijo—  Alo— —Hola—— dijo el turista, deteniéndose brevemente
      —— lo siento, no hablo inglés— por el acento pudo percatarse de  que era español—— perdón pensé que eras de habla  inglesa, —dijo mirándole la cara—pues no, ya vez que hablo igual que tú—
La única diferencia pensó Amin es que el tipo es más colorado que yo pero esto no es determinante con un poco de sol se resuelve
    ¿-Es la primera vez que vienes a Cuba ¿ ——preguntó Amin— ya detenido en la acera-—pues si—,permíteme presentarme, me llamo Amin, pues yo, dice el turista, —me llaman Pablo,— ¿ Te interesaría conocer, lugares de interés, playas, mujeres?
--Pablo observó detenidamente al cubano, no le pareció peligroso, era un hombre bien vestido, además algo familiar tenía que le daba tranquilidad y confianza —pues si no te molesta te voy a acompañar y enseñarte la ciudad y luego me das lo que quieras.
     —OK—, está bien. Dijo Pablo, — oye, te has dado cuenta del parecido físico que tenemos, hasta parecemos familia A lo mejor vuestra familia es descendiente de uno de mis ancestro, pues vinieron acá a pelear contra los cubanos,
— a lo mejor,—dijo Amin sonriendo lo condujo al parque central, a la Periquera cuando Amin le dijo el porqué del nombre Pablo lo celebró con una carcajada.
En Pico Cristal lo abordó una mulatita espigada que se daba un aire a Noemí Campell, Pablo no desdeñó la compañía femenina, cuando llegaron a la casa donde se alojaba la dueña cortésmente le dijo que tenía que reportarla a emigración, la muchacha conocía el procedimiento. Pasaron varios días, Amin le sugirió visitar Santiago de Cuba y así lo hicieron, le fue sacando poco a poco información, supo que Pablo solo tenía una hermana casada cerca de  Barcelona, en un pueblecillo llamado Villafranca de Panedes,  que no veía nunca, que no tenia un trabajo fijo, que trabajaba en lo que se presentase, que había sido taxista en Barcelona, minero en Murcia, patrullero en Málaga y había echo la Mili en las Baleares, que no tenía un domicilio fijo, que su ultima vivienda fue en una pensión en la Puerta del Sol en Madrid. Observó que Pablo tenía tarjetas de créditos Visner y Visar, ambas con un buen respaldo 10 000 euros y la otra  de 23 000, la foto del pasaporte no presentaba problemas pues era un Pablo más joven que el actual, y el permiso de estancia era de tres meses.
Lo que sucedió más adelante fue bastante fácil, en una noche de juerga en Santiago con jineteras, lo llevó en la moto a las afuera de la ciudad, le quito todas las ropas  y se las puso, una cadena con un medallón de la virgen del Pilar y un Seiko.  
Pablo estaba tan borracho que no opuso ninguna resistencia, después de  estrangularlo con un alambre  lo tiro en un antiguo pozo  de mina abandonado cerca de la playa el Cuero, por la madrugada fue a la casa donde estaban alojado en el reparto Sueños, pagó y salió con rumbo a  Casa Granda, allí se registro con los datos de Pablo. No levantó ninguna sospecha, era su prueba de fuego, la carpetera del hotel fue muy amable y le deseo una feliz estancia, y le recomendó que visitase algunos lugares de interés, como el Santuario del Cobre; él le preguntó sobre la virgen de allí, luego con su nueva personalidad, se mudó a una de las casa donde alquilan,  se fue metiendo en el personaje, al igual que hacen los artistas en una obra teatral, rentó un auto por una semana en Habana Autos, todo fue normal, con su cámara digital al hombro tomaba películas de la gente sobre todos mujeres. Pablo solo tomaba Brandy fundador, el continuó esta costumbre, modulaba la voz y acentuaba en la dicción la z, las tarjetas le brindaban cierta holgura, frecuentó algunas jineteras, además había vendido el motor, por lo tanto poseía algún dinero cubano.
Cuando cobró confianza una mañana se presentó en el aeropuerto, en la oficina de Iberia y sacó el regreso a Madrid, actuó con toda naturalidad, fingiendo una ronquera que no le permitía hablar alto, lo hacía susurrando, remarcando la letra z, la españolita que atendía ni si quiera lo miró mucho, pues escogió un momento de afluencia de público.
 A él le  extrañó un poco que Pablo no tuviera el boleto de regreso y que el celular no recibiera llamadas, pero pronto lo olvidó,  a los dos días voló a Madrid, durante el vuelo no habló con la compañera de asiento que resultó una mujer vieja, de gesto huraño. Actuó con sangre fría y naturalidad. Al llegar a Barajas en la oficina de emigración, al entregar su pasaporte, le dijeron que pasase a una habitación contigua, fue arrestado ante su asombro, por la guardia civil, conducido por una pareja de carabineros a un cuartelillo en las afueras del aeropuerto, le enseñaron un libro donde aparecía su foto y sus generales, buscado por las autoridades como autor de un asesinato  cuando era miembro de la Legión  Española,  el muerto había sido un legionario, además aparecía como prófugo del presidio de la localidad  Sevillana de Carmona. Fue conducido a la prisión del Erial, después de los tramites de rigor fue llevado a un pabellón de ex militares, allí algunos lo miraron con desprecio como si conociesen de la historia vieja; él pensó que debía  aclarar las cosas, decir quién en realidad era él, esto lo haría al otro día. El compañero de celda un tipo rudo y poco comunicativote dijo  : --- Así que tú fuiste el matador de Manolo--- despertó a media noche, estaba amordazado y amarrado, esa noche fue torturado, luego estrangulado, antes de morir supo que era por la muerte del legionario Ortega. Había estado tres  días en España.

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